La artritis psoriásica es una enfermedad crónica, no contagiosa, que se caracteriza por una forma de inflamación de la piel (psoriasis) y de las articulaciones (artritis inflamatoria).
La psoriasis es una enfermedad común de la piel que se caracteriza por lesiones que pueden tener diferentes aspectos y tamaños, lo más frecuente es la presencia de placas rojas con escamas que se suelen localizar cercanas a los codos, rodillas, el cuero cabelludo, las orejas, el ombligo, y alrededor de las áreas genitales o el ano.
La lesión articular es inflamatoria, es decir, con dolor, hinchazón, calor, dificultad de movimiento de la articulación inflamada y a la larga posibilidad de deformación.
La enfermedad de la piel (psoriasis) y la enfermedad de las articulaciones (artritis) suelen aparecen por separado. Lo más frecuente es que la enfermedad de la piel aparezca en la gran mayoría de pacientes antes que los síntomas articulares.
La gravedad de la artritis no tiene relación con la extensión de la lesión de la piel. Es una enfermedad crónica, que evoluciona irregularmente a lo largo de la vida, con épocas de inactividad y épocas de inflamación y dolor.
Las causas que producen la artritis psoriásica no se conocen con exactitud. Sí se sabe que hasta un 30 o 40% de los pacientes con artritis psoriásica tienen algún familiar con psoriasis o con artritis, lo que sugiere que la herencia desempeña un papel importante. También se conoce que hay un funcionamiento incorrecto del sistema inmunológico del cuerpo, que ataca erróneamente al recubrimiento de las articulaciones(sinovial), ocasionando dolor e inflamación.
Además de esta predisposición genética, existen algunos factores ambientales como infecciones por ciertas bacterias, traumatismos, enfermedades endocrinas o algunas medicinas que son capaces de activar la enfermedad. También es conocido que el estrés físico y emocional puede desencadenar brotes de psoriasis.
Una de las características de la artritis psoriásica es la gran variedad de síntomas y manifestaciones con las que se puede presentar. Cuando se inician los síntomas es fácil confundirla con otras enfermedades articulares, sobre todo si no han aparecido las lesiones cutáneas. La artritis psoriásica se puede presentar de las siguientes formas:
El objetivo del tratamiento en la artritis psoriásica es reducir el dolor articular y la inflamación, controlar las psoriasis de la piel y retrasar o prevenir el daño en las articulaciones.
Los tres tipos de medicamentos se combinan de diferentes maneras en función de la gravedad de la enfermedad y las características particulares de cada paciente.
Los constituyen los analgésicos y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Estos medicamentos se suelen utilizar para completar el efecto de los FAME, sobre todo en épocas en las que hay mayor dolor por reactivación de la enfermedad o cuando existen síntomas de forma mantenida. Su acción es rápida, pero su efecto desaparece también rápidamente unas horas después de su administración.
Los analgésicos no opiáceos más usados son: paracetamol y metamizol. Entre los opiáceos se pueden citar: codeína y tramadol. Los analgésicos opiáceos son más potentes pero pueden tener más efectos secundarios como estreñimiento, mareos o vómitos, por esta razón su uso sólo debe hacerse por indicación de un médico.
Los AINE son el otro gran grupo de medicamentos para el tratamiento sintomático de la artritis psoriásica. Son de gran utilidad para mitigar el dolor de las enfermedades reumáticas. Suelen ser eficaces para reducir el tiempo de rigidez articular que padecen los pacientes después de un reposo prolongado. Existen múltiples antiinflamatorios: ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno, aceclofenaco, ketoprofeno, meloxicam, indometacina, celecoxib, etc.
Son fármacos de gran utilidad en el tratamiento de la artritis psoriásica. Comparten acciones antiinflamatorias con otras más complejas similares a las de los FAME. Son los fármacos más eficaces para controlar la inflamación articular en muy poco tiempo, ya sea en forma de comprimidos, inyecciones o como tratamientos intra-articulares (infiltraciones). Se debe evitar en la medida de lo posible su uso crónico.
Estos fármacos sí han demostrado ser capaces de reducir y a veces suprimir completamente la actividad inflamatoria de la enfermedad, mejorando los síntomas articulares y los cutáneos.
En este grupo encontramos:
Entre ellos se encuentran: el metotrexato, la leflunomida, la sulfasalazina, o la ciclosporina. Una característica común a todos ellos es que su acción es lenta, necesitándose habitualmente varias semanas o incluso meses de administración para que sean eficaces. Son fármacos seguros, aunque como ocurre con todos los medicamentos pueden tener efectos secundarios. Por eso es necesario tomar una serie de precauciones cuando se utilicen. Lo más importante es cumplir con la dosis y pauta indicados y realizar los controles analíticos periódicos que su médico establezca para poder detectar con prontitud cualquier inconveniente como problemas de hígado, riñón o sobre el número de las células de la sangre. Debido a su carácter inmunosupresor, pueden aumentar algo el riesgo de infecciones, por lo que hay que comunicar la aparición de fiebre al médico responsable del tratamiento.
El apremilast es otro fármaco que se administra por vía oral y que se ha mostrado eficaz en la afectación de la piel y de las articulaciones de los pacientes con artritis psoriásica. Suele ser bien tolerado, excepto por un tendencia a producir efectos intestinales leves como diarreas.
Son un grupo de sustancias que evitan que el sistema inmunológico cause inflamación. El grupo principal está compuesto por medicamentos que bloquean una proteína importante en la inflamación, llamada factor de necrosis tumoral (TNF). Entre estos tratamientos se encuentran: adalimumab, certolizumab, etanercept, golimumab e infliximab.
Un medicamento llamado ustekinumab se puede utililizar también en pacientes con artritis psoriásica. Este medicamento bloquea unas proteínas denominadas interleucinas (IL) que también participan en la inflamación, pero a través de otro mecanismo distinto al TNF.
Otro fármaco es el secukinumab, que se administra por vía subcutánea y bloquea los efectos de otra IL que participa en la respuesta inflamatoria, la IL-17.
Son muy efectivos tanto para mejorar las manifestaciones articulares como para las cutáneas. Estos tratamientos deben mantenerse de forma prolongada, ya que generalmente cuando se suspende la enfermedad vuelve a reproducirse en la mayoría de pacientes en pocas semanas. Sin embargo, lo que sí es posible es reducir o espaciar los intervalos de la dosis en pacientes que han permanecido muy bien controlados durante tiempo.
Los FAME biológicos, al afectar al sistema inmunológico pueden ocasionar la reactivación de infecciones latentes como hepatitis o tuberculosis. Su reumatólogo antes de prescribirlos hará un estudio para excluirlas. Para evitar la aparición de nuevas infecciones se le recomendará la vacunación, habitualmente contra la gripe y el neumococo.
Para evitar el desarrollo de infecciones serias, mientras se encuentre en tratamiento con un FAME biológico, puede tomar medidas de precaución, como el evitar iniciar la terapia si tuviese alguna infección o modificar la dosis del agente biológico si desarrolla una después de iniciado el tratamiento. Y deberá ponerse en contacto con su médico si presenta síntomas de infección al usar un biológico.
En la mayoría de los pacientes la enfermedad afecta sólo a unas pocas articulaciones. En estos casos hay pacientes en los que la artritis psoriásica produce deformidad articular grave y la destrucción afecta por lo general a las pequeñas articulaciones de las manos y los pies (artritis mutilante). En otros pacientes la inflamación puede ir dañando de forma progresiva a muchas articulaciones (poliartritis) por lo que si no se frena este daño con un tratamiento adecuado, se producirá una pérdida de la movilidad en las articulaciones afectadas. Hay también otro grupo de pacientes en los que la artritis se extiende inflamando la columna.
Por este motivo es muy importante iniciar un tratamiento intensivo lo antes posible, que además debe ser continuado, para evitar que se produzcan rebrotes de la enfermedad que sigan dañando las articulaciones. Este tratamiento se irá modificando en función del grado de inflamación valorado por su reumatólogo según sus síntomas, el número e intensidad de articulaciones inflamadas cuando lo explore y los datos recogidos en las pruebas que le solicite.
ConArtritis. Coordinadora Nacional de Artritis
LIRE. Liga Reumatológica Española
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Manfredi A. Piel de destierro. Editorial Sapere Aude, 2013.
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https://www.psoriasis.org/recursos-en-espanol/artritis-psoriasica