La migraña es una cefalea primaria caracterizada por episodios recurrentes de dolor, de 4 a 72 horas de duración. La cefalea suele ser de intensidad moderada a grave, unilateral y con sensación pulsátil (latidos), empeorando con la actividad física; y suele acompañarse de náuseas, fonofobia y fotofobia. Puede cursar con o sin aura (síntomas sensitivos, generalmente visuales, que preceden a la cefalea y que duran más o menos una hora en la mayoría de los casos).
También hay que tener en cuenta los prodromos: síntomas previos al dolor de cabeza , que suelen aparecer un día antes de la crisis y que en cada persona son distintos, incluso pueden no existir: sueño, irritabilidad, tristeza, fotofobia, trastornos cognitivos como falta de atención, etc.
El dolor puede ser pulsátil (como con latidos en la cabeza) u opresivo. Esa pulsatilidad es muy específica de la migraña. A diferencia de otras cefaleas suele afectar a la mitad de la cabeza (en latín hemicranea → migraña) aunque a veces puede tener otras localizaciones. Un aspecto muy típico de la migraña es que el dolor empeora con los movimientos de la cabeza o los esfuerzos.
Igualmente una vez pasado el dolor hay una fase de debilidad, agotamiento, mal humor, inapetencia,….
A grandes rasgos podíamos clasificarla en:
De baja frecuencia: menos de 8 crisis al mes
De alta frecuencia: entre 8 y 14 episodios al mes
Crónica: Más de 14 días al mes durante al menos tres meses consecutivos
En cualquiera de los casos es una enfermedad que puede llegar a ser muy limitante para el paciente tanto en su vida familiar, social o laboral. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera como la segunda enfermedad a nivel mundial que provoca más años vividos con discapacidad y la primera en mujeres menores de 50 años.
Obviamente, el objetivo de un tratamiento profiláctico o preventivo en la migraña es reducir la frecuencia, la intensidad y duración de las crisis, para mejorar así la calidad de vida y reducir el impacto de la enfermedad en la funcionalidad del paciente. Para ello es importante cumplir bien con las pautas que le prescriba su médico y no abandonar el tratamiento sin notificarlo. Para ello debe recurrir a cualquier tipo de recuerdo o método hasta incluirlo en su rutina habitual. Muchos de los fracasos son por esta causa.
En el caso de la migraña es importante el control de los factores desencadenantes relacionados con sus hábitos de vida: rutina del sueño, determinados alimentos, olores, ruidos, etcétera. Estos factores pueden ser distintos en cada paciente.
También es muy importante adquirir hábitos de vida saludables:
En cuanto al tratamiento del dolor recuerde también que debe iniciarlo en cuanto note los primeros síntomas para mejorar su eficacia. Mientras antes los tome más eficaces serán.
Tipos de fármacos para las crisis:
Se aconseja evitar derivados de la ergotamina salvo que las crisis sean muy pocas y tenga buena experiencia con ellos y también se desaconseja el uso de opiáceos, incluido tramadol y codeína, por el riesgo de provocar un empeoramiento de la cefalea.
Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE)