Publicada el: sábado, 16 noviembre 2019 | Escrito por Sandra Fernández
Ayer día 15 tuvo lugar en la Facultad de Medicina la VI Jornada de Neurorehabilitación, dirigida a neurólogos, médicos rehabilitadores y anestesistas. Un encuentro organizado por el Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario Virgen Macarena, donde se analizó el abordaje del paciente con dolor tras sufrir un ictus.
Durante el 2018, el Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital, ha evaluado en las primeras 48-72 horas un total de 434 pacientes con ICTUS. Estableciéndose plan terapéutico rehabilitador desde el momento de la valoración.
“La presencia de dolor tras sufrir un ictus, es frecuente”, nos explica el director de la Jornada y responsable del Servicio mencionado, Manuel Rodríguez-Piñero, “ es una complicación que puede estar presente hasta en el 70% de los casos en algún momento de su evolución. Sin embargo, es un síntoma que con frecuencia no se detecta de forma precoz. El dolor puede aparecer de forma tardía, incluso hasta 18 meses después de haber sufrido el ictus, considerándose en estos casos como dolor crónico”.
El dolor tras sufrir un ictus el resultado de mecanismos de origen central y periférico y suele estar mediado por procesos neuropáticos y nociceptivos. Se clasifica en diferentes subtipos: dolor central, dolor secundario a espasticidad, dolor regional complejo, y cefalea. Habitualmente, el paciente describe una combinación de varios tipos, siendo las combinaciones mas frecuentes las de dolor central y espasticidad o dolor central y dolor de hombro.
Los factores de riesgo mas frecuentemente asociados a la aparición de dolor tras un ictus son la severidad de presentación de este y la existencia de una depresión previa. Además, el desarrollo de dolor tras un ictus se asocia habitualmente con mayor deterioro cognitivo y mayor grado de discapacidad y dependencia del paciente. Para los expertos hoy reunidos, el tratamiento es complejo, por lo que su abordaje diagnóstico y terapéutico deberá ser multidisciplinar.
Así lo confirma Dolores Romero, rehabilitadora de Hospital Virgen Macarena “el tratamiento es complejo y se suele abordar desde diferentes perspectivas para alcanzar un buen control. Las medidas preventivas son las más importantes, para evitar especialmente el dolor de origen mecánico y deben de aplicarse desde el inicio del ictus. En el caso del dolor central y especialmente en el caso de dolor crónico, suele ser necesario un equipo multidisciplinar donde se apliquen de forma combinada terapias farmacológicas, físicas y/o intervencionistas”.